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Después de crear las enfermedades, sólo faltaba una ne- cesidad básica del ser humano, que sin ella no puede vivir. Timeo lo dice de manera clara: «Los dioses crearon el amor a la copulación haciendo un animal animado en nosotros y otro en las mujeres»23. El lazo que los mantendría unidos (como seres sexuados) y no podía dejar de nombrar el fin último de la copulación. Los así llamados úteros y matrices en las mujeres —un ani- mal deseoso de procreación en ellas, que se irrita y enfurece cuando no es fertilizado a tiempo durante un largo período y, errante por todo el cuerpo, obstruye los conductos de aire sin dejar respirar— les ocasiona, por la misma razón, las peores carencias y les provoca variadas enfermedades, hasta el deseo de uno y el amor de otro, como si recogiera un fruto de los árboles, los reúne y, después de plantar en el útero como en tierra fértil animales invisibles para su pequeñez e informes y de separar a los amantes nuevamente, crían a aquellos en el interior, y, tras hacerlos salir más tarde a la luz, cumplen la generación de los seres vivientes. Así surgieron, entonces, las mujeres y toda la especie femenina.24 Esto último, muestra cómo para Timeo el alma no se en- tiende solamente como principio vital en un sentido abstracto, sino —al contrario— es vital porque hace dar vida a la materia. Así, el hecho de que la materia se pueda reproducir da sentido al alma misma de estar en cada uno de los cuerpos materiales. Es —dicho de una manera sencilla— como un círculo que da vueltas continuamente; así, el alma es la base para animar la materia, mientras que ésta (la materia) es la base para que el alma cumpla su función de proporcionar vitalidad. Esto, por 23 Platón, Diálogos VI,253 24 Platón, Diálogos VI, Gredos, 254 22

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